NOTICIAS: 05.05.2022
Estudios recientes desmienten la tradicional recomendación de beber vino tinto y lo relacionan con cardiopatías y cánceres
GALICIA. Al contrario de lo que se solía creer e incluso recomendar, beber vino tinto no es aconsejable desde un punto de vista médico. Durante los últimos 30 años, la creencia de que un consumo moderado de vino tinto podía ser beneficioso para el funcionamiento del sistema cardiovascular fue extendida de la mano no solo del público general, sino de los profesionales. Sin embargo, una nueva guía de la Federación Mundial del Corazón (WHF, por su sigla en inglés) ha descartado esa hipótesis. De hecho, todo consumo alcohólico se encuentra absolutamente desaconsejado a partir de los nuevos datos, sin importar cuán moderado sea ni el tipo de bebida que se consuma.
«La WHF refuta la noción generalizada de que beber cantidades moderadas de alcohol puede disminuir el riesgo de problemas del corazón y exige una acción urgente y decisiva para atacar el aumento sin precedentes de muertes relacionadas con el alcohol a nivel mundial», expresa el organismo. «La evidencia es clara: cualquier nivel de consumo de alcohol puede conducir a una pérdida de salud. Los estudios han demostrado que incluso cantidades pequeñas de alcohol pueden incrementar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», añaden desde la WHF.
Desde la Universidad de Harvard explican que el alcohol tiene efectos adversos relacionados con casi todos los problemas cardíacos. Así, beber aumenta el riesgo de hipertensión, accidente cerebrovascular isquémico, insuficiencia cardíaca, miocardiopatía, aneurisma aórtico (una protuberancia que aparece en la pared de la aorta) y fibrilación auricular (una patología en la que el corazón late de manera irregular y demasiado rápido, sin contraerse correctamente). El Ministerio de Sanidad señala que los consumos intensivos de alcohol aumentan el riesgo de infarto. La bebida también puede tener un rol en el desarrollo de enfermedad de las arterias coronarias, aunque falta evidencia para confirmar esto último.
¿Por qué cambia la recomendación de la WFH?
Una razón que motiva este cambio es la falla estructural detectada recientemente en los estudios anteriores sobre este tema. Muchas investigaciones en las que se apoya la recomendación de beber vino de manera moderada han comparado grupos de personas que bebían alcohol con otros que no bebían, sin tener en cuenta factores como si los pacientes que no bebían habían consumido alcohol en el pasado, si eran alcohólicos en recuperación o si habían dejado de beber por estar tomando una medicación que interactuaba con el alcohol. Al excluir a quienes cumplían con estas condiciones, los supuestos beneficios del consumo de vino para el corazón no eran tan claros.
«Los estudios que sostienen que el alcohol protege contra las enfermedades cardiovasculares se basan puramente en datos observacionales que no dan cuenta de otros factores, tales como condiciones preexistentes o historial de alcoholismo en aquellas personas consideradas como abstemias. A la fecha, no se ha encontrado una correlación fiable entre un consumo moderado de alcohol y una disminución del riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares», explica la WHF.
Vino o cerveza
A pesar de la buena reputación de la que goza el vino, por tratarse de un producto que se elabora a base de un único ingrediente natural, no hay, en principio, efectos diferenciales por tipo de bebida en términos de salud. Según el Ministerio de Sanidad, «la evidencia epidemiológica no muestra que el consumo de vino y de cerveza, a pesar de contener sustancias que podrían ser potencialmente beneficiosas para la salud, tenga un efecto protector diferenciado en la reducción del riesgo cardiometabólico o de otro tipo».
Mujeres: población de alto riesgo
Aunque los hombres mueren más a causa del consumo de alcohol (12,2 %, contra un 3,8 % de las muertes en mujeres a nivel mundial), las mujeres son más susceptibles a muchos de los problemas que beber alcohol puede provocar a nivel del organismo. Esto es porque las mujeres metabolizan el alcohol de forma más lenta que los hombres. «En las mujeres, los efectos inmediatos del consumo de alcohol ocurren más rápidamente y duran más tiempo que en los hombres después de beber cantidades equivalentes debido, entre otros factores, a la diferencia en la composición corporal, el metabolismo y absorción de alcohol, alcanzando mayores concentraciones en sangre que los hombres», explica el Ministerio de Sanidad.
Además de los problemas del corazón y el hígado que están ligados a las bebidas alcohólicas, señala el Ministerio de Sanidad, existe una sólida evidencia de la asociación del consumo de alcohol y ciertos tipos de cáncer, específicamente los de cavidad oral, faringe, laringe, esófago, colon, recto y hepatocarcinoma, de manera que cualquier nivel de consumo aumenta el riesgo. En particular, desde la Universidad de Harvard advierten que incluso unas cantidades pequeñas de alcohol incrementan el riesgo de desarrollar cáncer de mama.
Por otro lado, los problemas cardíacos que el alcohol puede ocasionar son más peligrosos para las mujeres que para los hombres: la fibrilación auricular causa más muertes en mujeres que en hombres y lo mismo ocurre con los accidentes cerebrovasculares isquémicos.
El alcohol en cifras
El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en España. Según datos del Ministerio de Sanidad, en el año 2017, el 91 % de la población española de 15 a 64 años declaraba haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en la vida y el 63 % había bebido en los últimos 30 días. A nivel nacional, el consumo de alcohol es el cuarto factor de riesgo de pérdida de salud, y es uno de los principales factores de riesgo de enfermedad, siendo el principal factor de riesgo en la población de 15 a 49 años.
La edad de inicio de consumo se sitúa en los 14 años en ambos sexos, lo que sugiere que el consumo de alcohol está normalizado en España, incluso entre los jóvenes. Esto quiere decir que la percepción de los riesgos asociados a su consumo es más baja en comparación con otras sustancias, debido a factores culturales, que lo relacionan con tradiciones y celebraciones. En este sentido, es importante destacar que el consumo esporádico intensivo en fines de semana o fiestas es un patrón de consumo que no está exento de los riesgos de la bebida.
Cabe señalar que el alcohol tiene un impacto no solo en aquellos que lo consumen sino que, en muchos casos, puede producir daños a terceras personas, al provocar accidentes de tráfico, estimular episodios de violencia, provocar Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal, entre otros. Se trata, hay que recordar, de una sustancia psicoactiva adictiva que puede generar dependencia. En este sentido, la recomendación es clara: no hay niveles totalmente seguros cuando se trata de consumir alcohol. Evitar su consumo por completo es lo único que evita sus efectos perjudiciales.
No obstante, para quienes disfrutan de una copa de vez en cuando, hay que hacerlo dentro de los límites de bajo riesgo. Los niveles máximos (planteados para individuos sanos mayores de 18 años) se sitúan en dos unidades de bebida estándar al día para hombres, y una unidad diaria en el caso de las mujeres. Una unidad equivale aproximadamente a 200 mililitros de vino, 300 mililitros de cerveza, o 30 mililitros de licor.
No se debe consumir alcohol en los siguientes casos:
- Menores de 18 años
- Embarazo y lactancia materna
- Conducción de vehículos
- Otras actividades que requieren concentración o habilidades psicomotrices
- Junto a otras drogas
Se recomienda evitar el consumo o en todo caso consultar con el profesional sanitario de referencia en el caso de:
- Consumo de medicamentos que interaccionan con el alcohol
- Personas con problemas de salud mental
- Historia familiar de dependencia alcohólica
El consumo se considerará de riesgo cuando supere las cuatro unidades de bebida estándar diarias en hombres, o las dos unidades y media en mujeres. Asimismo, el consumo intensivo o binge drinking se considera de riesgo y está totalmente desaconsejado en todos los casos.
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