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«Ningún adolescente cree que por beber puede ir a Urgencias»

La vuelta a una relativa normalidad no ha supuesto un aumento de las intoxicaciones etílicas en jóvenes. - Foto: Patricia

NOTICIAS: 29.10.2021

La desaparición de las restricciones provocadas por la pandemia no ha tenido como consecuencia un aumento significativo de intoxicaciones etílicas en personas jóvenes

 

ANGÉLICA GONZÁLEZ

BURGOS. Después de muchos meses de restricciones a las salidas nocturnas y al consumo normalizado en los bares, los adolescentes y post-adolescentes han tomado la nueva libertad con enormes ganas. Los fines de semana, sobre todo, las zonas de ocio están llenas de gente y el botellón ocupa buena parte de la diversión aunque, por suerte, esto no ha incrementado una de las peores consecuencias de la gran ingesta de alcohol que algunos realizan en estos ratos de ocio. La doctora Oleana Zhygálova, médica adjunta del servicio de Urgencias del HUBU, explica que si bien es cierto que han llegado personas jóvenes en estado de intoxicación etílica no se ha detectado un incremento que pueda hacer saltar las alarmas. «Sí que se ha atendido a gente joven, algunos de los cuales entran con algún tipo de traumatismos por caídas y bajo nivel de conciencia. De todas formas, Burgos no es una ciudad enormemente grande y si hay algún foco de botellón enseguida tienes el soporte de la policía», añade.

¿Cómo llegan estos chicos al hospital? Algunos acompañados por sus amigos pero también hay veces en las que les lleva una ambulancia y están solos «porque sus ‘amigos’ les abandonan en cualquier sitio», dice Zhygálova: «Si son menores hasta 16 años avisamos a sus padres o tutores y en el caso de que sean ‘menores mayores’, de 17 años, por ejemplo, o mayores de edad se quedan en el box hasta que se recuperen ya que el alcohol no tiene antídoto pero sí efectos secundarios muy desagradables: bajo nivel de conciencia, incapacidad para tomar decisiones, hipoglucemia, caídas frecuentes con traumatismos innecesarios, mareos, vómitos, riesgo de broncoaspiración, relajación de esfínteres, etc». En este sentido, añade que en el contexto de una intoxicación etílica aguda sí se puede administrar vitaminas: «Para paliar la bajada de azúcar, para evitar complicaciones y mejorar el metabolismo ponemos glucosa y vitaminas del grupo B-B1 y B6 y, a veces, también B12 pero -advierte- ninguna vitamina o complejo vitamínico quita los síntomas de la resaca».

En Castilla y León existe desde hace unos años el denominado Proyecto Ícaro, que consiste en la intervención integral  con menores atendidos por consumo de alcohol en urgencias y emergencias del Sacyl y que en Burgos gestiona Proyecto Hombre. De él se le habla a los padres que van a recoger a sus hijos al hospital cuando han sido llevados por haber abusado del alcohol. «Las reacciones de los padres son muy variadas: algunos vienen con una ira importante, otros, comprensivos y otros se echan a llorar. Yo les digo siempre que se queden al lado del niño hasta que se le pase el efecto porque el antídoto no existe. La mayoría de los adolescentes que pasan por Urgencias no piensan que pueden llegar hasta aquí porque no saben cómo influye el alcohol en su cuerpo».

A pesar de la presión asistencial que sufre Urgencias históricamente siempre hay un momento para que los sanitarios tengan una intervención motivacional con el joven pero como el tiempo es muy limitado, esta debe completarse «con una evaluación y una intervención más exhaustiva en el servicio de referencia de prevención al que se deriva».

A juicio de Zhygálova es muy conveniente que a esas edades los padres estén pendientes de lo que hacen los chicos y de con qué compañías van, «sobre todo para que no haya sustos y no se sobresalten porque a las tres de la mañana les llaman del hospital»: «Ya se sabe que es difícil, pero hay que intentar crear un vínculo fuerte con un adolescente a pesar de que en ese momento los padres pasan a un segundo plano y los amigos se convierten en su referencia».

El tramo de edad más frecuente en el que los adolescentes llegan al embriagados al Hospital Universitario de Burgos  suele ser entre los 15 y los 17 años. Es muy raro, dice Oleana Zhygálova, que aparezcan en ese estado chicas y chicos de 12 o 13 años: «Los niños no son nuestros enemigos, siempre digo que trabajamos y jugamos en la misma liga y cuando surge un problema como este es cuando más tenemos que ayudarlos».

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