NOTICIAS: 22.10.2021
UNICEF hace un llamamiento para cuidar la salud mental de la infancia y adolescencia y romper el silencio que aún existe en torno a esta realidad más visible con la pandemia
EUSKADI. Hablar alto y claro de nuestros miedos, angustias, debilidades o sentimientos con las personas que más queremos, compartir y escuchar abiertamente y activamente, pedir ayuda cuando la necesitamos… Son gestos sencillos de nuestro día a día a los que en muchas ocasiones no prestamos la atención que merecen. Pero debemos hacerlo. En este artículo, UNICEF hace un llamamiento para cuidar la salud mental de la infancia y adolescencia y romper el silencio que existe en torno a una realidad que se ha visibilizado y aumentado tras la crisis de la covid-19.
Salud mental, infancia y adolescentes
La salud mental es la asignatura pendiente de toda la sociedad. Así lo corrobora el informe de UNICEF (‘Estado Mundial de la Infancia 2021. En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia‘) con datos que reflejan un panorama gris en cuanto a salud mental: más de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado y cada año casi 46.000 adolescentes se suicidan, siendo esta una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad.
Todavía está muy presente el estigma asociado a los problemas de salud mental, si bien se observa que los propios niños, niñas y adolescentes están empezando a hablar cada vez más abiertamente de cómo se sienten y de sus necesidades. La salud mental forma una parte integral de la salud física; no podemos considerarla de otra manera. Tanto en los países ricos como en los pobres, no se han hecho los esfuerzos suficientes para comprender esta cuestión e invertir en ella, a pesar de que desempeña un papel fundamental para el potencial de todos los niños y niñas.
Para construir sociedades sanas, para que equiparemos los trastornos asociados a la salud mental, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la ansiedad, el autismo, el trastorno bipolar, el trastorno de la conducta, la depresión, los trastornos alimentarios, la discapacidad intelectual o la esquizofrenia, a la salud física como los esguinces o los dolores de espalda, para que normalicemos el tabú existente, es fundamental:
- Apoyar la salud mental de los padres, madres y personas cuidadoras.
- Garantizar que las escuelas protejan la salud mental mediante servicios de calidad y relaciones positivas, reforzando su rol.
- Romper el silencio que rodea a los problemas de salud mental, afrontando el estigma, promoviendo una mejor comprensión de la salud mental y tomando en serio las experiencias de los niños, las niñas y los jóvenes.
El bienestar emocional se logra cuidando nuestra mente y también nuestro cuerpo. Escuchando lo que hay en nuestra mente y en la mente de los niños, niñas y adolescentes que nos rodean. La próxima vez que te pregunten ¿qué tal estás?, deja el piloto automático en casa y habla de lo que hay en tu mente. La próxima vez que preguntes a alguien ¿qué tal estás?, escúchale, pero escúchale bien. Hay personas que nos están lanzando un SOS y no les estamos escuchando. Porque hablar de lo que hay en nuestra mente nos hace más fuertes.
Salud mental de niños y adolescentes en la era post covid-19
Los efectos de la covid-19 sobre la salud mental y el bienestar emocional de los niños, niñas y jóvenes podrían prolongarse durante muchos años. Incluso antes de esta enfermedad, la infancia y la juventud ya sufrían problemas de salud mental sin que se hicieran las inversiones necesarias para solucionarlos. Los últimos 18 meses han sido muy largos, especialmente para los niños y niñas; han estado, y siguen estando, expuestos a situaciones estresantes, traumáticas y dolorosas; además de los confinamientos, las distancias sociales, el distanciamiento físico con familiares y seres queridos, la incertidumbre vivida, la pérdida de familiares…
La crisis provocada por la covid-19 hace más urgente si cabe que se garanticen medidas de prevención y tratamiento y así se fortalezca el sistema de salud mental y de apoyo psicosocial. La salud mental debe ser un eje transversal en las políticas de respuesta y recuperación de esta crisis. Ahora más que nunca todos los agentes de la sociedad debemos darnos cuenta de la importante relación que existe entre la salud mental y sus consecuencias a medio y largo plazo.
Según una encuesta internacional realizada por UNICEF y Gallup, en España el 58,3 % de los y las jóvenes de entre 15 y 24 años reconocen sentirse preocupados, nerviosos o ansiosos “a menudo” y el 36,1 % “a veces”. Además, el 11,5 % asegura que están deprimidos o tienen poco interés en hacer cosas “a menudo” y el 68,2 % “a veces”. Al menos uno de cada siete niños y niñas se ha visto directamente afectado por los confinamientos en todo el mundo y más de 1.600 millones de niños y niñas han sufrido alguna pérdida en su educación. La pandemia ha sido la punta del iceberg, el clic que ha visibilizado y ampliado estos problemas.
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