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Como sobrevivir a la Navidad si no puedes beber alcohol

NOTICIAS: 24.12.2021

Alcohol y Navidad van de la mano y quienes no pueden (o no quieren) beber se ven obligados a justificar continuamente su decisión. Psicólogos y psiquiatras ofrecen pautas para adelantarse a los problemas que pueden surgir y evitar el consumo.

 

La vida social está íntimamente vinculada al consumo de alcohol. Cualquier ocasión constituye una excusa para echar un trago: el nacimiento de un hijo, el fallecimiento de un familiar, quedar con los amigos… “Estamos acostumbrados a regar con alcohol cualquier situación en la que hay una activación emocional”, afirma el psiquiatra Rodrigo Oráa, jefe de Servicio de Adicciones de la Red de Salud Mental de Vizcaya y miembro de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y otras Toxicomanías (Socidrogalcohol). Por eso, la Navidad se convierte en un desafío para quienes deben (o desean) mantenerse abstemios.

El maratón alcohólico se inicia días antes de las fechas navideñas señaladas, con las quedadas con gente que lleva tiempo sin verse, las cenas de empresa y demás celebraciones. Y continúa y se refuerza en las festividades oficiales: Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Sin olvidar que en algunos lugares es tradicional tomarse unas copas en la noche de Reyes. Si sumamos algún que otro día suelto por tratarse de un periodo vacacional, al final son más las jornadas en las que se bebe con generosidad.

¿Cómo poner freno a esta sucesión de días en los que el alcohol es el protagonista? Para Gladys Bailón, psicóloga especializada en adicciones del Colegio Oficial de Psicólogos de Las Palmas, la improvisación es el peor enemigo de quienes no pueden o no deben beber. “Este es uno de los momentos más críticos del año y hay que ir preparando con tiempo el consumo de alcohol”, apunta. “Así como nos preparamos y vamos comprando regalos navideños desde octubre-noviembre, desde esas mismas fechas hay que irse decidiendo qué vamos a hacer en las fiestas; con quién vamos a quedar, con quién no…”.

Cómo escapar del alcohol si eres adicto

Cuando se trata de alguien con un consumo problemáticoCristina Prados, psicóloga y coordinadora del comité técnico de la Confederación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de España (Caarfe), diferencia tres tipos de personas, según la fase en la que se encuentren: quienes son adictos pero aún no lo reconocen, los que ya son conscientes de que tienen un problema pero es algo reciente y aquellas personas que llevan tiempo en rehabilitación.

Dado que quienes conforman el primer grupo es muy probable que ni siquiera intenten moderar el consumo de bebidas alcohólicas, son sus familiares los que mejor pueden ayudarles a afrontar su situación y sobrevivir a la Navidad. Prados considera que lo más importante “es que en casa no exista el alcohol, ni siquiera vino o coñac para cocinar”.

En cuanto a las celebraciones navideñas, la psicóloga recomienda a los familiares más cercanos que eviten juntarse con otros grupos, sobre todo si saben fehacientemente que se va a consumir alcohol. “Lo ideal es quedarse en casa y evitar los ambientes festivos, que se asocian directamente a beber”, señala. Si es preciso acudir, por ejemplo, al domicilio de los padres o de los suegros, cree conveniente hablar con ellos y pedirles que no haya alcohol en la cena o la comida. “A veces es algo muy complicado”, reconoce.

Otro punto importante es intentar hablar con esa persona que aún no es consciente de que bebe sin control e insistirle sobre “las consecuencias negativas que está teniendo ese consumo para él, la familia, el trabajo…”. Pero matiza que hay que hacérselo ver “de una manera amable”. Asimismo, recomienda buscar ayuda profesional teniendo siempre presente que a muchas personas “les cuesta entender que llega un momento en que es una enfermedad incontrolable”.

Prados también recomienda a las personas que ya reconocen su adicción pero llevan poco tiempo en rehabilitación no acudir a comidas o cenas navideñas en las que se junten más grupos aparte del núcleo familiar, que es el que conoce el problema y la importancia de evitar a toda costa la presencia de alcohol. “El primer año hay que tener mucho cuidado y hacer un control escrito”, asevera.

La Navidad es uno de los periodos más difíciles para estas personas, a las que la experta aconseja apoyarse en sus compañeros de terapia. “Generalmente, todos tienen los teléfonos del resto y disponibilidad 24 horas por si alguien necesita charlar con algún compañero porque lo está pasando mal”.

Quienes ya llevan tiempo en abstinencia del alcohol lo tienen más fácil, aunque no deben bajar la guardia. “Es importante seguir diciendo que no con asertividad ante determinadas situaciones”, resalta Prados. Pero estas personas ya saben qué familiares les respetan y cuáles no y ya se pueden juntar con grupos más amplios porque “conocen sus límites”. Aun así, muchas veces pueden plantearse si tiene sentido compartir mesa con gente que está ebria y se comporta como tal.  Asimismo, la psicóloga les recomienda programar durante el periodo navideño “actividades gratificantes con personas que no consumen alcohol”.

Rechazar el alcohol

Consejos para minimizar el consumo de alcohol

Los expertos ofrecen los siguientes consejos a quienes no están en terapia por alcoholismo pero quieren limitar su consumo en Navidad:

  • Evitar quedar con personas que les van a insistir en que beban, o bien organizar con ellas un encuentro para desayunar.
  • Procurar no acudir (o hacerlo con las debidas precauciones) a aquellos lugares o eventos que uno sabe que se asocian a un abuso del alcohol: un determinado bar, las fiestas de empresa…
  • No mezclar bebidas. Por ejemplo, si en Nochebuena se empieza a beber vino, no tomar ni cerveza ni otras opciones.
  • Utilizar vasos pequeños.
  • Beber muy despacio. Para ello, un buen truco es no tener la copa en la mano, sino dejarla en la mesa el máximo tiempo posible.
  • Beber agua antes del evento navideño y también entre bebidas alcohólicas. Es igualmente aconsejable que no todas las consumiciones sean alcohólicas.
  • No beber en ayunas.
  • No mezclar con otras sustancias. “Y, por supuesto, no tomar alcohol cuando se están tomando psicofármacos, como benzodiazepinas, antidepresivos o antipsicóticos”, resalta Bailón.
  • Limitar aún más el consumo de alcohol (o mejor, eliminarlo) en los días con un bajo estado de ánimo, ante la tristeza, el enfado, la angustia, etc.
  • No beber nunca en soledad. Evitar esa copita de vino mientras se cocina o esa consumición mientras se espera a los invitados.
  • Tener un plan B en los días críticos. Bailón explica que consiste en “marcharse de la fiesta con alguien seguro, que sepamos que nos va a llevar a casa o a un sitio tranquilo en el que no hay riesgo de consumo de alcohol”. Por supuesto, esta salida de emergencia debe haber sido acordada con antelación con alguien de confianza.

“El papel de la familia y los amigos es primordial para que no haya recaídas en Navidad”, subraya la psicóloga del Colegio de Psicólogos de Las Palmas.

‘Desnormalizar’ el alcohol en la sociedad

Las razones para no beber alcohol son muy diversas: por decisión personal, por tener que conducir, estar dando el pecho, estar embarazada, tener un trabajo de precisión, ser menor de edad, tomar ciertos medicamentos, padecer algunas enfermedades, tener que hacerse cargo de los hijos, etc. “Tendríamos que tener más conciencia de que el alcohol es parte de nuestra cultura, pero es algo delicado, que tiene dos caras”, expresa Oráa.

El alcohol genera adicción, está detrás de numerosas enfermedades, causa accidentes de tráfico y puede encender la mecha de discusiones familiares interminables. Pero estas consecuencias se pasan por alto con mucha frecuencia. “Es como si no nos diésemos cuenta de verdad de que a algunas personas les da problemas muy serios”, subraya el psiquiatra.

De hecho, no es raro que quienes no beben se sientan presionados por su entorno. “¿Por qué no bebes?” o “¿Qué te pasa?” son dos de las preguntas que les suelen plantear sus familiares o amigos. Según Oráa, en vez de pedir a estas personas que se justifiquen, habría que fomentar el respeto hacia ellas. “Sería conveniente normalizar la opción de estar libre de alcohol”, concluye.

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