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La cara B de los macrobotellones: «Los jóvenes son víctimas de la sociedad que hemos creado»

Imagen del macrobotellón que se formó hace unas semanas en Ciudad Universitaria, Madrid. / Twitter - Archivo

NOTICIAS: 30.09.2021

Un médico, dos psicólogos y una terapeuta ocupacional, especializados en adicciones, analizan qué hay detrás de la participación juvenil en botellones

MADRID. Los jóvenes llevan varias semanas en el punto de mira por su participación en macrobotellones. Irresponsables, imprudentes o insensatos son algunos de los calificativos que han recibido por hacerlo sin cuidar las medidas de seguridad anticovid. Sin mascarillas, sin distancias y vaso en mano. Y, además de esto, lo han hecho saltándose la prohibición, que ya existía antes de la pandemia, de no poder beber en la calle. Contrario a la sensación generalizada de culpar a los jóvenes, varios expertos en adicciones consultados por Radio Madrid analizan las causas de este consumo precoz de alcohol y ponen el foco en lo que hay detrás de las imágenes de multitudinarias concentraciones juveniles: un problema social que se arrastra de generación en generación.

Francisco Pascual, médico de conductas adictivas y presidente nacional de Socidrogalcohol, afirma que «el modelo que tenemos de sociedad permisiva y de una falta de percepción de riesgos del alcohol nos ha llevado a esta situación. Los jóvenes al final son, entrecomillas, víctimas de la sociedad que hemos creado». Pascual explica que en la mayoría de países mediterráneos y en España, sobre todo, se ha normalizado el consumo de alcohol. Un proceso que comienza para los jóvenes a una edad muy temprana, en sus propias casas. «Los adultos comparten ratos de fiesta que se relacionan con la ingesta de bebidas. Esto es algo que los niños y jóvenes imitan», añade.

Pequeños y vulnerables

Este punto es compartido por todos los expertos. Ana Sion, investigadora y psicóloga, trabaja en el Hospital 12 de Octubre en la unidad de desintoxicación alcohólica. En sus terapias se encuentra a muchas personas que asocian su adicción con vivencias de su infancia. «Tiene peso la familia y la manera en la que se consume en casa. De hecho, nuestros pacientes, que ya tienen una media de 45-60 años, nos cuentan que cuando eran pequeños los propios padres o familiares les inician en el consumo de alcohol probando vino o anís», añade. La también profesora asociada de la Universidad Complutense sostiene que las bebidas sin alcohol como champán o licores son peligrosas porque, de alguna manera, acostumbra a los menores a la normalización de estas bebidas en su versión para adultos.

El vínculo cultural que relaciona alcohol con diversión es otro problema que incita a los jóvenes al consumo precoz. Elisa de Salas, terapeuta ocupacional en un centro de Atención a las Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, critica que la publicidad, por ejemplo, da siempre una imagen positiva de estas bebidas que «ensalza la amistad, la libertad, la felicidad o la juventud». De Salas recuerda que «muchas veces no preocupa el consumo de alcohol, a pesar de que es una droga dura legalizada, que puede producir tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia».

Las soluciones al consumo precoz

Los especialistas consultados resaltan que la vía principal para conseguir una concienciación real de los adolescentes es a través de la educación. Primero en las propias casas, donde los padres pueden cambiar sus hábitos de consumo y de normalización del alcohol con diálogo y seguimiento de las actividades que hacen sus hijos. También educar en los centros escolares, donde pueden darse talleres o asignaturas transversales para aprender los patrones sociales y saber lo que hay que hacer para no dañar la salud.

Las administraciones, según explican, pueden hacer más en esta tarea. Por un lado, desarrollar programas de prevención, donde se desgranen los efectos que tiene el alcohol, no solo a corto plazo (resaca, coma etílico, etc.) que son más conocidos, sino a largo plazo, los más graves (enfermedades hepáticas, deterioro neurológico o marginalidad). Por otro lado, ser más tajantes en el cumplimiento normativo, como perseguir que no se venda alcohol o se beba en la calle y en caso de hacerse, sancionarlo. Además, el doctor en Psicología, Javier Urra, destaca que hay un problema en el ocio juvenil. «Antes se fomentaban actividades, como el teatro, el cine, los campamentos, etc. Hoy las opciones de los jóvenes es jugar a videojuegos o ir a un botellón», critica. Los expertos, eso sí, remarcan que no todos los adolescentes son iguales, que no se debe generalizar y que hay que trabajar a una todas las partes implicadas con el fin de mejorar esta situación en el futuro.

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