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Sida: La pandemia permanente

Ilustración de Verónica Montón Alegre.

NOTICIAS: 30-11-2020

La aparición

Hace ahora 40 años una nueva enfermedad irrumpió con fuerza tras la detección de raros casos de neumonía severa producidos por un agente, el pneumocystis, que afectaba a varones homosexuales adultos. En  aquel momento la clave consistía en averiguar cuál era el agente que producía inexorablemente la muerte de las personas tras un deterioro progresivo de su estado inmunológico. Comenzó entonces en los CDC (Centros de Contro y Prevención de las Enfermedades) la exhaustiva investigación para determinar causas y modos de transmisión.

El desconcierto inicial y el hecho de que las primeras víctimas fueran hombres que practican sexo con hombres motivaron que en un principio la enfermedad se definiera como un desorden inmunológico relacionado con la homosexualidad: GRID (Gay Related Immune Disorder), y consecuentemente ahí comenzó también la discriminación hacia los contagiados.

A la epidemia se la llamó «cáncer rosa» o «peste rosa» por su identificación con los homosexuales y porque en las infecciones agudas aparecían unas tenues manchas rosadas en la piel. Más tarde se observó en inmigrantes haitianos en Estados Unidos, en usuarios de drogas inyectables, en los receptores de transfusiones sanguíneas, así que pasó a considerarse  la enfermedad de las «tres H», lo que conceptualmente reducía la infección circunscribiéndola a haitianos, homosexuales y heroinómanos. De esta forma  se amplió el estigma a quienes pertenecían a estos colectivos.

Fue en el año 1982 cuando se la empezó a denominar Sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), y un año más tarde se lograría aislar por primera vez el virus causante de la infección (VIH). Así comenzaron a desarrollarse métodos analíticos y fármacos para su tratamiento, pero en los primeros años, el VIH ya se había convertido en la principal causa de muerte en la población de entre 25 y 44 años.

El inicio

En realidad,  la historia  había comenzado  mucho antes  en África , como en tantas otras ocasiones. Allí se  produjo  el salto interespecie, desde los  primates  a los  humanos, de una mutación del  virus de la Inmunodeficiencia de los Simios  (VIS). Con el estudio de la evolución genética  del VIH a través de diversas muestras africanas, se ha podido reconstruir el árbol filogenético que indica que todos los virus descienden de un ancestro común que infectó a alguien en Kinshasa alrededor de 1920. Y que probablemente este provenía de Camerún, porque es allí donde los virus de los chimpancés se parecen más genéticamente al VIH humano. De Kinshasa se propagó por la vía del ferrocarril  en construcción (ahora desaparecido) que transcurría por las poblaciones mineras y supuso el crecimiento urbano de Kinsasa  y el cambio de hábitos sexuales, con el aumento de la prostitución .El movimiento poblacional hizo el resto, y en 1964 estaba ya en Haití.

Con la eclosión de esta enfermedad se da una situación inédita en la historia de la Medicina, y es que desde el principio se produce la movilización de la sociedad por medio de las asociaciones de enfermos, familiares y colaboradores, reivindicando que se destinen recursos para la investigación y tratamiento. Sin duda, si este proceso no hubiera tenido lugar, no se habrían producido los adelantos que se han dado en estos 40 años. Muchos iconos sociales reconocieron su enfermedad, enfrentándose a la discriminación, y así se fueron sentando las bases (aún precarias) de una cierta normalización social: la percepción cada vez más extendida de que el sida es un problema de todo el mundo, puesto que se trata de una enfermedad transmisible causada por un virus.

Una  Pandemia y dos Mundos

Manejamos los términos de «globalización» y » aldea global» , como si esto supusiera un beneficio  directo  para la especie humana, cuando en realidad  se debería estar hablando de globalización comercial. Las que sí se globalizan son las enfermedades, que no conocen de  fronteras  ni de muros, y por lo tanto sería urgente también una globalización de la salud  y de  los sistemas  de salud, y no solo  conformarnos con los mecanismos de cooperación para  reducir  y/o  atenuar  enfermedades, generalmente infecciosas.

En el caso del Sida, como en otros males, son tan abismales las diferencias en el impacto que produce según el área geográfica en que aparezcan, que podríamos decir que se trata de «una dolencia y dos mundos».

El reciente informe de ONUSIDA sobre esta epidemia mundial reconoce que los objetivos de 2020 no se cumplirán, entre otros motivos por la actual pandemia del Covid-19, y también insiste en la necesidad creciente de recursos para intentar doblegarla. Esta disminución de los medios  ha producido graves interrupciones en los servicios de VIH,  lo que se ha traducido  en 3,5 millones más de infecciones y 820.000 muertes más relacionadas con el sida desde 2015.

Situación   del sida  en el mundo

Los objetivos de ONUSIDA para el año 2030 se reflejan en la ecuación 90-90-90, es decir que el 90% de personas con VIH estén diagnosticadas, que el 90%  reciban terapias antirretrovirales adecuadas y que el 90% tengan suprimida la multiplicación del virus. Pero a nivel mundial este objetivo aparece muy lejano:  1,7 millones se infectaron  recientemente con el virus, más de tres veces lo previsto. Cierto que ha habido progresos en África Oriental y Meridional, donde las nuevas infecciones por el VIH se han reducido en un 38% desde 2010. Por el  contrario, en  Europa Oriental y Asia Central se ha visto un asombroso aumento del 72% en las nuevas infecciones por VIH en ese mismo periodo. Hecho que se ha producido  también en el Medio Oriente y África del Norte, con un  22%, y en un 21% en América Latina.

Las mujeres y las niñas en África subsahariana continúan siendo las más afectadas, y representaron el 59% de todas las nuevas infecciones por VIH en esa región en 2019.  En niñas, adolescentes y mujeres jóvenes entre 15 y 24 años se producen  4.500  infecciones  cada semana. Las jóvenes sufrieron el 24% de las nuevas infecciones por el VIH en 2019, a pesar de representar solo el 10% de la población en África subsahariana.

Esta disparidad en la situación  del Sida  en las áreas  más desfavorecidas se ha visto acrecentada por la actual pandemia. La OMS ha alertado  sobre el impacto sobre los servicios esenciales de salud durante la pandemia del COIVID-19  y ha  informado que la detección de brotes y el control de estos patógenos y enfermedades está siendo  afectado en  el 45% de los países. También se ven perjudicados otros programas de enfermedades infecciosas. En el 32% de los países, la continuidad de los servicios de terapia antirretroviral establecidos para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se ha visto interrumpida parcialmente. Y en un 46% de los mismos se experimentaron interrupciones en el diagnóstico y tratamiento de los   casos de malaria. En el 18% de los países, todos los servicios de enfermedades transmisibles quedaron interrumpidos.

Situación en España

En España, el último informe  del plan nacional  sobre el Sida ofrece datos de 2018,  y muestra que se producen más de  tres mil nuevas infecciones, lo que supone  una tasa  de casi siete por cada  cien mil habitantes. El 85% son hombres con edades comprendidas  entre los  25 y 44 años, contagiados por relaciones  sexuales; más  de  dos tercios, en hombres  que tienen sexo con hombres, y el resto por  transmisión heterosexual. Cerca del 48% son diagnósticos tardíos,  situación que se da un 10% más en las mujeres. Denominamos   diagnóstico tardío del VIH el que se produce cuando la persona tiene un  nivel inmunitario ya deteriorado, con un  nivel de células Cd4  por debajo de 350/ml, o bien si ya  presenta un evento que define el sida.

Respecto a los nuevos casos (en paciente con infección por el VIH con una enfermedad asociada que lo define) el Registro Nacional indica que, tras casi veinticinco años de tratamiento antirretroviral eficaz, la reducción de la incidencia de sida en España ha sido enorme. Aun así se registraron 415 nuevos y un 83% era en hombres.

Siguen siendo  necesarias, sin bajar la guardia, las  campañas de cribado de la población en las que se solicite la realización  la prueba  del VIH,  bien directamente o cuando acuda a  consulta en relación a  cualquier otro problema  relacionado con  su salud. Un diagnóstico precoz  es fundamental  para  cerrar el paso de la transmisión interpersonal  y para proceder al tratamiento cuando la situación inmunológica esta aún conservada.

En 1988 la Organización Mundial de la Salud y la Asamblea General de las Naciones Unidas decidieron institucionalizar el 1 de diciembre como el Día Internacional de la Acción contra el Sida. El lema para este año 2020 es «Solidaridad mundial, responsabilidad compartida».

Esperemos que estos objetivos se cumplan.

Firma del Post:

  • Enrique Ortega. Médico especialista en enfermedades infecciosas y jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas, Emergentes e Importadas. Ha sido profesor asociado de de medicina de la Universidad de Valencia y Director Gerente del Departamento de Salud Hospital General de Valencia.

Forman el Foro Ágora Salud:

  • Carmen Montón es embajadora observadora permanente ante la Organización de los Estados Americanos y ha sido Ministra de Sanidad, consumo y bienestar social y Consellera de Sanidad.
  • Ricardo Campos. Médico Oftalmólogo. Ha sido Secretario General del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y subsecretario autonómico de sanidad.
  • Rafael Sotoca. Médico de familia y activista sanitario. Fue director general de asistencia sanitaria de la Comunidad Valenciana.
  • Begoña Frades García. Psiquiatra y jefa del área de salud mental del Hospital Pare Jofre. Ha sido coordinadora autonómica de salud mental.
  • José Antonio López Cócera es enfermero especialista en salud mental y miembro de la comisión nacional de la especialidad.
  • Isabel González. Médica radióloga. Fue jefa de servicio y profesora asociada de radiología en la Universidad Miguel Hernández de Elche así como Directora Gral. de la Alta Inspección y gerente de los departamentos de salud de San Juan de Alicante y La Ribera (Alzira)
  • Enrique Ortega. Médico especialista en enfermedades infecciosas y jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas, Emergentes e Importadas. Ha sido profesor asociado de de medicina de la Universidad de Valencia y Director Gerente del Departamento de Salud Hospital General de Valencia.
  • Antonia García Valls. Asesora coordinadora en la Vicepresidencia Cuarta, Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Ha sido diputada en el congreso de los diputados.
  • Pere Herrera de Pablo. Medico de familia y médico SAMU. Ha ejercido como director del Servicio Emergencias Sanitarias de la Comunitat Valenciana.
  • Roser Falip Barangué. Doctora en Medicina y especialista en medicina de familia y en análisis clínicos. Ha sido gerente del departamento de salud de Alcoy.
  • Juan Domene. Médico Inspector en el servicio de calidad asistencial y seguridad del paciente. Ha sido gerente del departamento de salud Arnau de VilanovaLliria.

Ilustra el blog:

  • Verónica Montón Alegre. Artista interdisciplinar.

Fuente: Público

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